400 años de
la muerte de Cervantes y Shakespeare: la vida de las palabras
Un refrán dice que una imagen vale
más que mil palabras. Tal vez sea cierto en algunos casos, pero también es
cierto que a veces una palabra vale más que una vida. Las palabras tienen
poder, tanto que pueden construir un mundo, una pareja, una relación, pueden
construir el amor, y también destruirlo…
Dos hombres supieron esto con
claridad hace bastantes años. Hoy conmemoramos su obra, la inmortalidad de sus
palabras. William Shakespeare y Miguel de Cervantes, los más grandes escritores
hasta hoy en lengua inglesa y española, nos dejaron obras que parecen más
poderosas que el tiempo. Un personaje de Shakespeare, hace muchos años estuvo
enfrentado a las más terribles dudas, como nosotros, ahora, hoy, y se dijo algo
que aún se repite: ¿Ser, o no ser? Esa es
la cuestión. Shakespeare imaginó y creó una pareja de amantes que se hacen
cada vez más fuertes cuando son recordados por alguien. Casi todos en el
planeta tenemos alguna idea de quiénes fueron Romeo y Julieta. Lo curioso es
que Romeo y Julieta sólo eran palabras en un papel.
Cervantes imaginó un hombre quizá
parecido a él mismo, un hombre que disfrutaba leer novelas en las que habían
guerreros que ayudaban a los débiles y a las mujeres en problemas, que eran
respetados y que respetaban, hombres caballerosos, hombres de armaduras y
espadas y que andaban en caballos fuertes. Ese hombre que imaginó Cervantes, un
buen día, se dio cuenta de que ya la muerte estaba cerca, así que decidió hacer
lo que siempre quiso, lo que toda su vida había leído en la comodidad de su
casa.
Y decidió llamarse Don Quijote de la
Mancha. Y decidió amar profunda y dolorosamente a Dulcinea del Toboso. Y
decidió que su caballo, flaco como la sombra de un caballo flaco, se llamaría
Rocinante, el primer y más importante caballo de la historia. Y decidió que
tendría compañía, convenció a su vecino Sancho Panza de ir a buscar aventuras,
de ir a hacer que el mundo fuera un lugar mejor, un lugar más bello.
De ese hombre, de Don Quijote de la
Mancha, se dice que enloqueció, que olvidó que en realidad se llamaba Alonso
Quijada, que la mujer que amaba era una vecina pobre y fea, como él. Que su
vecino era un gordo pobre y feo, además ignorante, que su caballo era viejo y muy
flaco, que en realidad él era un viejo loco.
Pero 400 años después en todo el
mundo la gente sigue leyendo la historia bellísima de un hombre que se atrevió
a hacer lo que todos deseamos en algún lugar del corazón, y no nos atrevemos:
salió a tomar el mundo tal como es, con su belleza y su injusticia, para
hacerlo un lugar mejor, un lugar en el que todos pudiéramos vivir. El tiempo
parece demostrar que lo logró: él mismo, Don
Quijote de la Mancha, nos demuestra con su existencia de más 400 años que
las palabras son el mundo.
* Celebración Día del Idioma, 2016.
I. E.
La Popa: Daniel Moreno L.